I. 04. El éxtasis de Gaura Gadadhara

Cuando el Gran Maestro regresó de Gaya, con su humor de amor por Dios muy intenso, Gadadhara Pandita se llenó del mismo éxtasis. Para él, desde ese entonces, se volvió insoportable estar lejos del Gran Maestro, aunque fuera por una hora. Una vez, cuando Sri Caitanya estaba muy disturbado y preguntaba dónde está Syamasundara; Gadadhara Pandita gentilmente le contestó que Krsna estaba siempre dentro del corazón del Gran Maestro, Sri Caitanya. Cuando escuchó eso, el Gran Maestro Sri Caitanya empezó a pegar Su pecho, lloraba, estaba como loco, y Gadadhara Pandita tuvo que amarrar Sus manos. Sri Caitanya gritaba:

 

Deja mis manos, quiero matarme. Si Krsna no me da Su gracia, no tengo por qué vivir”.

 

Pero Gadadhara Pandita lo apaciguó diciendo que por supuesto Sri Krsna le iba a conceder Su darshan. Sacimata, quien observaba la escena, le dijo a Gadadhara:

“Usted tiene que estar siempre cerca de mi hijo, para protegerlo, y de esa manera yo estaré tranquila”.

 

En la baranda de Suklambhara Brahmacari

 

Una vez, mientras el Gran Maestro predicaba en la baranda de la casa de Suklambhara Brahmacari, Gadadhara Pandita estaba adentro de la casa, en una habitación. Afuera, el Gran Maestro inundaba a todos en un océano de éxtasis. Gadadhara Pandita, al escuchar el tumulto de amor que vivían los devotos, empezó a llorar profusamente. Sri Caitanya escuchó su llanto y preguntó:

 

“¿Quién está llorando?”.

 

Suklambara contestó:

 

“Es Gadadhara”.

 

El Gran Maestro inmediatamente se paró y fue adonde Gadadhara, a quien abrazó con amor intenso.

 

Los recuerdos de los pasatiempos de Vrndavana

 

Mientras deambulaba por las orillas del Ganga, el Gran Maestro se sentó en un bosque absorto en los recuerdos de los pasatiempos de Vrndavana. Mukunda Datta empezó a cantar canciones del purva-raga y Gadadhara recogió flores, con las cuales hizo una bella guirnalda para el hermoso cuello de Sri Caitanya. La atmósfera era muy dulce. Advaita Acarya hizo el arati para el Gran Maestro Sri Caitanya, Srivasa Pandita lo decoraba con flores, Narahari abanicaba al Gran maestro con el chamara, y Suklambhara le ofrecía pasta de sándalo.

 

Gadadhara acompañó a Sri Caitanya

 

Cuando el Señor Caitanya fue a vivir en Jagannatha Puri, Gadadhara Pandita lo acompañó. Allí él se dedicó al servicio de la deidad de Gopinatha. El Gran Maestro siempre le visitaba y los dos disfrutaban el gran éxtasis del amor por Dios. Pero cuando el Gran Maestro se fue a Vrndavana, la separación que Gadadhara sintió no conocía límites.

 

El volcánico amor por Krsna

 

Al día siguiente, todos acudieron a la casa de Suklambara Brahmacari. Como lo había prometido, Nimai también asistió y dijo a Sus amigos:

 

“Encontré al Señor de Mi vida, Krsna; pero nuevamente le he perdido”.

 

Después de expresarse así, Él fue desbordado una vez más por los sentimientos de amor divino en separación y exclamó:

 

“¡Oh Krsna! ¡Oh Mi Señor! ¿Dónde estás? ¡Oh Mi Krsna! ¡Oh Mi dulce Señor! ¿Cómo habré de encontrarte otra vez?”

 

Los devotos quedaron emocionalmente atónitos ante el volcánico amor por Krsna que emanaba de Nimai. Cuando volvió a la normalidad casi por completo, le preguntó a Suklambara Brahmacari quiénes se encontraban en la casa. Al enterarse de que Gadadhara Pandita estaba allí, se dirigió a él como sigue:

 

“¡Mi querido Gadadhara! Eres muy afortunado porque desde la niñez has estado totalmente consagrado a Krsna, mientras que Yo sólo he malgastado Mi vida”.

 

Nimai se desplomó y comenzó a rodar por el suelo, recuperando el sentido y perdiéndolo una y otra vez. Cayó al suelo tan pesadamente y tantas veces, que Sus amigos pensaron que sólo un poder divino le estaba salvaguardando. Más tarde, Nimai se levantó e imploró a Sus amigos que le ayudaran a encontrar a Krsna, el hijo de Nanda, el pastor de vacas. Después que Nimai abandonó la casa de Suklambara, Sus amigos rápidamente difundieron las nuevas de Sus actividades y conversaciones. Todos los devotos se sintieron felices en grado sumo, porque bajo la guía de Advaita Acarya habían esperado pacientemente a su Salvador. A veces Advaita Acarya, a gritos, demandaba de los cielos una respuesta a sus oraciones.

 

Escuchando los versos

 

Un día, mientras impartía Sus clases, Nimai repentinamente escuchó a un vecino y amigo de Su padre, de nombre Ratnagarbha Acarya, recitar un verso. De inmediato cayó en un éxtasis divino de amor y comenzó a rodar por el suelo. Una y otra vez le pedía a Ratnagarbha Acarya que continuara leyendo. Las lágrimas manaban de Sus ojos humedeciendo la tierra, Su cuerpo temblaba y Sus vellos se erizaron. No obstante, Gadadhara Pandita impidió que Ratnagarbha continuara leyendo los versos. Cuando Nimai recuperó la normalidad, preguntó a todos:

 

“¿Qué hice? ¿Qué sucedió?”

 

Los devotos contestaron con evasivas, y junto a Él se dirigieron al Ganges para darse un baño.

 

El canto de Advaita Acarya

 

Cierta vez, Nimai y Gadadhara Pandita fueron a ver a Advaita Acarya. A su llegada, encontraron a Advaita Acarya cantando en alta voz los dulces santos nombres de Krsna. Al escuchar el sagrado canto, Nimai de inmediato cayó en un éxtasis amoroso. Advaita Acarya le reconoció al instante como el eterno Señor y el Maestro Supremo, y comenzó a cantar este maravilloso verso del sagrado Visnu Purana:

 

“Una y otra vez ofrezco mis reverencias al Supremo Señor Krsna, quien es sumamente querido y perennemente adorado por los devotos más excelsos. Él siempre se ocupa intensamente de proteger a las vacas sagradas, a los devotos y al universo entero. Muy magnánimamente, Él da placer a todos”.

 

Después de recitar este verso, Advaita Acarya derramó lágrimas de gozo y amor, y ofreció sus reverencias a Nimai, quien era mucho más joven que él. Gadadhara Pandita protestó en tono amoroso, pero Advaita Acarya dijo:

 

“¡Mi querido Gadadhara, en pocos días seguramente conocerás la verdadera identidad de este joven!”

 

Mientras tanto, Nimai volvió a la normalidad y se postró ante Advaita Acarya implorando sus bendiciones. Advaita Acarya contestó:

 

Todos los devotos están ansiosos por conocerte, y junto a Ti dar inicio al canto de los santos nombres de Krsna en congregación”.

 

En la casa de Srivasa Pandita

 

Cierta vez, en la casa de Srivasa Pandita, Nimai Se sentó en el trono de Visnu durante más de veintiún horas y habló a muchos hombres y mujeres de la manera más natural.

 

En aquella ocasión, una extraordinaria refulgencia nunca vista emanaba de Su cuerpo dorado, iluminando toda la casa.

 

Después de Su éxtasis, el resplandor permaneció en la casa durante más de dos semanas. Era placenteramente refrescante como el de numerosas lunas que refulgen simultáneamente, y a la vez, ardiente como el calor que irradian muchos soles.

Antes del baño ritual, Gadadhara Pandita, el devoto exclusivo de Nimai, ungió Su sagrado cuerpo con pasta de sándalo y aceites fragantes. También adornó Su cuerpo dorado con guirnaldas y otras decoraciones florales. Nityananda Prabhu sostuvo una sombrilla sobre la cabeza de Nimai, mientras Narahari le abanicaba con una Chamara, un abanico hecho de cola de yak. El rostro sonriente de Nimai relucía lleno de compasión, derramando una lluvia de amor sobre todos los que presenciaban la ceremonia. Cuando miraba a alguien, Sus ojos rebosaban con tal amor y compasión, que esa persona inmediatamente sentía Su abrazo en el corazón. Ante la presencia de Nimai todos experimentaban un océano de gozo.

 

La Medicina que proporciona alivio

 

Cierto día, mientras se encontraba con Sus seguidores, Nimai dijo:

 

“Yo vine a dar la medicina que proporciona el más grande alivio, pero la enfermedad se ha vuelto todavía más aguda”.

 

Al decir esto, Nimai rió a carcajadas. Nityananda Prabhu fue el único que pudo comprender el significado de Sus palabras. Llevando aparte a Nityananda Prabhu, Nimai le dijo:

 

“Yo vine para librar de la condena incluso a los más bajos entre los hombres, pero si incurren en ofensas en Mi contra, no habrá esperanzas de que ellos se eleven. Mañana rasuraré Mi cabeza y Me convertiré en un monje. Mendigaré a las puertas de aquellos que quisieron insultarme. Ellos caerán tendidos a Mis pies, y sólo así podré salvarlos por completo. A un monje se le respeta universalmente y nadie lo insulta. Si tú quieres liberar a los hombres de este mundo, no trates de impedírmelo. No te aflijas, porque tú conoces la razón de Mi nacimiento”.

Nityananda Prabhu sabía que era inevitable que Nimai aceptara los hábitos de un monje. Apesadumbrado, guardó silencio. Sabía que no podía desviar de la mente de Nimai esa determinación, pero pensando en Su madre Saci-devi, Nityananda Prabhu comenzó a llorar.

 

Nimai se dirigió entonces a la casa de Mukunda y le comunicó Su decisión. Como Su amigo y seguidor, Mukunda le rogó a Nimai permanecer un poco más entre ellos y continuar con Su grupo de Sankirtana. Sin embargo, había llegado el momento de distribuir generosamente el amor por Dios y el canto de los santos nombres de Krsna en congregación en todos los rincones. Nimai permaneció firme y fuerte en Su determinación. Luego visitó a Gadadhara Pandita y le dio las nuevas. Gadadhara protestó:

 

“No tienes necesidad de convertirte en monje cuando existen tantos devotos que son padres de familia”.

 

Ninguno de los devotos a quienes Nimai reveló Su decisión, pudieron influir en Él en lo más mínimo. De todos modos, Él les consoló diciendo que jamás abandonaría su compañía y que siempre tendrían la oportunidad de ir a reunirse con Él.

 

Su Partida

 

El día antes de Su partida, le informó a Nityananda que al día siguiente iría a Katwa y recibiría iniciación de Kesava Bharati. Sólo cinco personas conocían Su decisión: Saci-devi, Gadadhara Pandita, Brahmananda, Candrasekhara y Mukunda. Nimai pasó esa mañana haciendo Sankirtana con los devotos. Tomó Sus alimentos al mediodía como de costumbre, y en la tarde visitó el Ganges. Allí se postró ante el sagrado río y luego se sentó en sus orillas sumido en profunda reflexión. Cuando regresó a casa, pasó el resto de la noche conversando placenteramente con los devotos. Ninguno sospechaba que esa sería Su última noche en Navadvipa como Nimai. Los devotos le trajeron encantadoras guirnaldas que más tarde Él repartió entre ellos. Luego les pidió cantar siempre los santos nombres de Krsna, y que no hicieran nada sin antes invocar el auspicioso y poderoso nombre de Krsna. Cuando los devotos ya se disponían a partir hacia sus hogares, llegó Sridhara, el vendedor de vegetales, con una calabaza. Nimai enseguida le pidió a Su madre que la cocinara, porque un regalo del humilde Sridhara no debía ser rechazado ni siquiera indirectamente. Más tarde, otro devoto trajo un poco de leche. Nimai rió por la coincidencia y le pidió a Su madre que cocinara la calabaza en leche dulce.

 

Temprano una mañana en el año 1510, a la edad de veinticuatro años, Nimai abandonó Su hogar mientras Su esposa dormía. Saci-devi pasó toda la noche llorando y lamentándose. Nimai recogió los artículos que necesitaría y se dispuso a partir hacia Katwa. Gadadhara Pandita y Hari-dasa querían acompañarle, pero finalmente Él escogió a Nityananda Prabhu, a Candrasekhara y a Mukunda, para que le acompañaran. Cuando Nimai salía, Saci-devi estaba sentada en la puerta, llorando. Él afectuosamente tomó la mano de Su madre entre las Suyas y le dijo:

 

“Madre, tú me has criado y educado. Siempre procuraste mi bienestar sin pensar en ti ni siquiera por un momento. Lo que tú has hecho por Mí, Yo no podría retribuirlo ni en millones de nacimientos. Así pues, permaneceré por siempre endeudado contigo. Es la voluntad del Señor y nadie tiene el poder de ser independiente, porque Su dulce voluntad es la que nos une y nos separa, ¿Quién podría sondear la profundidad y la fuerza de Su omnipotente voluntad? No importa mucho que Yo me vaya hoy o dentro de diez días. En ésta y en tus próximas vidas, Yo seré responsable de ti”.

 

Luego, Nimai abrazó a Su madre y le aseguró una y otra vez:

 

“Seré responsable de ti eternamente”.

 

Ambos se abrazaron y lloraron durante algún tiempo. Después de recoger el sagrado polvo de los pies de Su madre, Nimai caminó con reverencia a su alrededor, y luego partió hacia Katwa.

 

El sentimiento de Separación

 

El Gran Maestro Sri Caitanya iba acompañado de Nityananda Prabhu, Gadadhara Pandita, Damodara Pandita, Brahmananda, Mukunda y Jagadananda. Tan pronto como partió hacia Puri-dhama, todos los devotos, amigos y familiares de Sri Caitanya, sumidos en el más lacerante dolor, lloraron amargamente, experimentando el más profundo sentimiento de separación. Sus corazones se hicieron añicos. Sin embargo, las palabras, los pensamientos, y el dulce recuerdo de su bello y dorado Nimai, quedaron grabados en lo más profundo de sus corazones. Los clamores por causa de la separación se elevaron pesadamente por doquier, pero Sri Caitanya pronto desapareció de su vista. Llorando y sollozando continuamente, Advaita Acarya siguió a Sri Caitanya un largo trecho por el sendero que conducía a Puri. Sri Caitanya se volvió hacia él y le imploró con las manos juntas: “¡Debes regresar e intentar darle consuelo a Mi madre! ¡Debes cuidar del Sankirtana, el canto de los santos nombres en congregación! ¡Si tú también lloras y me afliges, será mi desgracia!” Entonces abrazó a Advaita Acarya y continuó su travesía hacia Puri.

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